Jueves, 22-12-11. Siguiendo con la saga que iniciamos tras la nominación de los equipos encargados del acondicionamiento del campo, prosigo con mi investigación de los experimentos realizados en pro de un mejor servicio a esta comunidad futbolera y aficionada a los juegos de mesa.
Hechos científicamente comprobados:
1- A las 19 horas ya podemos asegurar que no nos ha sonreído la diosa fortuna de manos de los chicos del colegio de san Ildefonso.
2- A las 19 horas y 15 minutos sólo se ha presentado a la cita del campo un miembro del equipo. Ese sujeto decide iniciar por su cuenta y riesgo las tareas de remoje, generosamente auxiliado por los chiquillos que a la sazón pululaban por el patio del colegio.
3- A las 19 horas y 25 minutos un chiquillo acciona el interruptor de los focos del campo y nos quedamos completamente a oscuras.
Ante la oscuridad reinante en el ambiente y la falta de luz en mi cerebro para alumbrar soluciones, opto por pedir socorro:
-Orca, estoy en el campo con la riega en marcha, pero se ha ido la luz.
-Mal día. La gente está de comidas de empresa.
Los depósitos se iban vaciando al ritmo esperado. Orca empezó a mover sus hilos, móvil en ristre. Aparecieron varios veteranos y mientras interaccionaban con los interruptores y los cables del cuadro eléctrico, yo proseguí con mis indagaciones acuáticas. Me propuse usar la segunda manguera para aumentar la autonomía de los depósitos, pero me faltaron 20 metros de manguera. Cogí dos calderos de las limpiadoras y el comisario fue testigo objetivo (no se quiso involucrar) de cuán fatigoso y primitivo era el sistema improvisado.
Los veteranos que merodeaban el cuadro eléctrico proseguían sus especulaciones y vanos intentos comandados por Agustín Torres. A los cuatro viajes con calderos y carreras para mover el aspersor, que me rujeaba en cuanto me veía acercarme, caí en la cuenta de otro grifo que aparece a la entrada al patio del colegio, junto a los contadores de la luz. El chorro de agua no es tan caudaloso como el del otro grifo, pero tal vez fuera suficiente. Problema: no se podía conectar la manguera con el grifo. Solución: comprar un mecanismo como el que tenemos en la salida de los depósitos.
Feliz con esta luminosa idea no me había dado cuenta de que seguíamos a oscuras hasta que oí a los veteranos decirme:
-Mateo, no riegues más, que no vamos a jugar.
Entonces reparé en que también había llegado Guille, vestido de smoking como si viniese de leer su tesis doctoral o de servir mesas en casa Joaquín. Después de una hora y media trajinando con los grifos, aspersores y mangueras yo no estaba dispuesto a dejar de jugar.
-Guille, cámbiate que vamos a jugar al futbito.Y así fue como volvimos a nuestros orígenes jugando un excelente partido de futbito con la inclusión de dos prometedores chavales y las anécdotas habituales: el cholo desafiando al árbitro, el perchao desafiandome a que subiera por su banda, Arturo desafiando el juramento hipocrático (no hacer nada que ponga en peligro a los seres humanos, pero como su campo de trabajo son los animales ... durante los partidos me gustaría ser animal irracional cuando me enfrento al veterinario), Agustín desafiando su maltrecho tobillo y los demás haciendo lo que sabemos: Ginés, paradones; Chavi, empujones; Pituso, carrerones; Salva te amaga a la izquierda y se te va por la derecha; y el que suscribe, contarlo y disfrutarlo, que es lo que espero que hagáis vosotros cuando lo leáis; y si consigo arrancaros una sonrisa me daré por satisfecho. Ah, y no hace falta que me contestéis, c****
Nota.- Otro día os cuento lo que me ha pasado esta mañana en el Ayuntamiento al entregar nuestra solicitud de subvenciones, donde, por cierto, he coincidido con Ginés, el salero junior, que estaba presentando el proyecto de los de la petanca (aquí el que no corre, vuela).
Segunda nota.- No tengo la dirección de correo del Pilla. Si alguno la sabe que me la envíe o le reenvíe este correo para que él me conteste.
Saludos de mateo